miércoles, 11 de mayo de 2016

Ca n' Oliver acoge las valquirias de la fotógrafo Arantza Domínguez

La fotógrafo Arantza Domínguez (1979, Barcelona) abre las puertas al gran público, del 13 al 29 de mayo, con el objeto de compartir su última obra, una colección de retratos que rezuman fantasía e imaginación en cada una llegando a un top12, docena de oportunidades únicas desde la primera a la última escena fotográfica. La profesional de la imagen, deja huellas trasgresoras que posiblemente nazcan de un interior reivindicativo en su intención de mostrar al público, el gran jurado, su defensa en pos del respeto al feminismo y al problema que la rodea.
Olvida el resto del mundo en el plano corto y amistoso mientras rememora la experiencia y te envuelve en su alegría por el evidente trabajo aprobado con nota más que notable. Mientras escuchas la historia que figura en el guión de la colección, uno no puede imaginar de otra forma a la autora a lomos de un indomable noble bruto, cabalgando  entre la realidad y una imaginación de artista evidente. Suman doce fotografías, una docena de historias, todas diferentes y que primero te ubican frente a ellas, y después te invita a entrar en la fábula, el momento que se inmortaliza…
        Valquirias es el lema de la exposición, cuyo nombre debía ser bautizada la abuela de la artista y no lo fue por dificultades burocráticos del sistema contemporáneo del momento. La bisnieta del que fuera conocido ‘mestre Durán’, fundador de la escuela laica en Alaior,  convoca a las musas de la inspiración, los resultados ya pudieron ser apreciados en el Centro Internacional de Gravat Xalubifria de Alaior la primera quincena de abril. Ahora este trabajo magistral de Arantza encuentra en el Palau Oliver y coincidiendo con la cita anual de ‘Maó+flors’16’, un enclave perfecto para que los amantes de la fotografía podamos disfrutar del último reto de la artista que consigue enamorar al visitante, lo arrastra con su magia singular en las escenas de esa docena de valquirias con pasado, presente y futuro.
        Dentro de la visita a la exposición que seguro tienen planeado realizar, permítanme un comentario: dejen su reloj en casa, porque cada vez que te ubicas frente a un ’60 x 40 cms’ de estas Valquirias, a pesar de comenzar una historia diferente con cada una de las modelos, Arantza las arrastra con sutileza artística, sin traumas desmedidos, a un denominador común y que no es otro que la mujer del Siglo XXI, envuelta en su protagonismo bien entendido, sin alardes de suficiencia pero con la seguridad que reflejan el espejo del alma de todas ellas. Precisamente es ahí, en sus rostros, donde exhiben con sus armas de mujer, quien estudie, comprenda y de la solución a su problema, quizás su fobia.
        Podríamos escribir mil palabras para defender el argumento de cada una de las imágenes. El espacio sólo nos permite colarnos en la intimidad de la catalana para intuir –a sabiendas de  que podemos errar en la lectura interpretativa de sus particulares valquirias- que una bella modelo con antifaz negro, mirada azul pero triste y pinta labios diluido en sus mejillas, le arrebata la posibilidad de ser feliz en el Carnaval Veneciano… una mujer ligera de ropa se ubica frente a una barra vertical donde deberá –si es capaz-  demostrar que ella puede ser la ‘vedet’ que debe retar y superarse ante el miedo escénico… otra ‘valquiria’ de rostro pálido, rodeada por una alambrada de la que pretende escapar…¿Violencia de género?... aquella afro americana que contempla con mirada penetrante su brazo ensangrentado motivado por las matanzas típicas del lugar, pero no del suyo… aquellas gemelas que a pesar de su belleza, formando un corazón con la pose estratégica, dos gotas de agua, pero meditan y confiesan sus diferencias… y asi hasta sumar doce Valquirias lozanas, sensibles, atractivas, independientes, solidarias, modernas… y todos los adjetivos que se nos ocurran tendrán –seguramente- cabida. Pero ellas, y sólo ellas, solventarán el problema, la fobia…no nacieron para perder.
        La técnica llevada a cabo por Arantza nos abre una nueva ventana que por su singularidad merece un punto y aparte. La profesional de la imagen se autoriza por experiencia y sapiencia de lo que lleva entre manos, intervenir espacios negros sobre oscuros, así como blancos sobre claros sin llegar a confundirse entre ellos, sin tener que adoptar miradas que no sean las ortodoxas. Tampoco utiliza fórmulas simples o compuestas con el objeto de provocar una mirada concreta en un espacio singular y estratégico. Seguramente no ha lugar en retratos, porque el punto neurálgico de la imagen lo hayamos en su totalidad.
        Dejar constancia de que sabe muy bien de qué manera aprovechar la utilización de la claridad, cuya proyección impacta generalmente en melenas y zonas traseras, equilibrando la luminosidad en su justa medida, perfecta.

        Y por último, profesionalidad o no aparte, las modelos reflejan en sus caras, sus poses, la vivencia del momento único traducida en foto, como respuesta a la empatía, a la complicidad que es evidente con la directora del evento. Una implicación que acaba por completar una docena de Valquirias perfectas.

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